jueves, 16 de agosto de 2012

ÉTICA Y CORRUPCIÓN POLÍTICA (I)

Aún cuando la corrupción política, y sobre todo la económica, son hoy en día las que ocupan de forma notoria los titulares de los diferentes medios de comunicación, hay otra corrupción, la “invisible”, que nos suele pasar desapercibida a la mayor parte de la ciudadanía, pero que podemos considerar que actualmente es la de mayor gravedad, ya que se trata de una corrupción institucional, que afecta, en mayor o menor medida, a todas las estructuras y a la misma legislación.

España firmó, en diciembre de 2003, la Convención de Naciones Unidas contra la Corrupción, que entró en vigor a finales de 2005 y que nuestro país ratificó en junio de 2006, y que tipifica los delitos de: soborno y cohecho por funciones públicas nacionales e internacionales; malversación, apropiación indebida o desviación de bienes por funcionarios públicos; tráfico de influencias; abuso de funciones; enriquecimiento ilícito; soborno y malversación de bienes en el sector privado; y blanqueo del producto del delito.

Según la definición de Nye, la corrupción política “es el abuso de un cargo o de una posición pública para beneficio privado”, lo que supone la violación de un contrato por un servidor público respecto del Estado y la ciudadanía ( Nye, 1989)

Este quebrantamiento del criterio ético-democrático conlleva, sin excusa alguna, a la obligación ética de dimitir del cargo público, independientemente de la apelación a la justicia.

Pero no se nos debe escapar que para que exista corrupción son necesarias dos partes: el corruptor y el corrupto. Por lo que respecta a España, según el informe anual que confecciona la ONG Transparencia Internacional, en 2005 los españoles no reconocíamos pagar sobornos a ninguna institución, pero en 2007 ya era una realidad reafirmada por un 2% de la población, al tiempo que ha incidido en el 5% de los españoles que han admitido haber pagado sobornos, lo que supone que una de cada 20 personas en España ha accedido al pago de cantidades a instituciones públicas de forma ilegal, lo que incide de forma notable en el hecho de que, cada vez más, la ciudadanía, lamentablemente tolere, y hasta considere inevitables, los frecuentes casos de corrupción a todos los niveles. Esta tolerancia contribuye a que el fenómeno de la corrupción política suponga el marco de toda una cultura de la corrupción.

Si ya de por sí la corrupción política ha de combatirse con todos los medios de que dispone el sistema democrático, ahora que somos, o deberíamos ser conscientes , que en la actual “crisis” económica a escala global, el fenómeno de la corrupción política ha tenido, y está teniendo, un papel clave que acrecienta la particular gravedad de la misma en nuestro país, es la hora de hacernos sin remilgos, ni falsas lamentaciones, la pregunta:¿Qué parte de responsabilidad tenemos la ciudadanía en tanto hayamos podido hacer, de forma más o menos voluntaria, por acción o por omisión, dejadez de nuestras obligaciones democráticas, de control y denuncia de estas actuaciones, pensando que esa era tarea exclusiva de nuetrs@s representantes políticos?

domingo, 22 de enero de 2012

La historia interminable en el deporte

Mientras pensaba cuál seria el post mas conveniente para iniciar con una más frecuente periodicidad mis reflexionas en el blog, he aquí que la actualidad deportiva de la semana pasada me ha brindado en bandeja de plata un tema recurrente en ética; ¿en qué nivel situar la responsabilidad de nuestros actos?

Recuerdo que cuando cursaba la asignatura de Historia del pensamiento filosófico, se me ocurrió plantear en el fórum del aula la siguiente cuestión: “Cuando una persona diseña un arma de fuego (pongamos una pistola), otra persona la fabrica y una tercera la compra y la utiliza para matar a otra persona, desde el punto de vista filosófico, ¿quién de los tres es más culpable?" Ni que decir tiene que suscitó un enconado debate con múltiples y diversos puntos de vista a favor de unos u otros de los intervinientes en el proceso.

El problema que os propongo discutir, desde la ética, es la censurada (de forma mayoritaria y globalmente por la sociedad) acción de un jugador de fútbol a través de un acto, que se supone voluntario (tambíen de forma mayoritaria), aún a sabiendas de las consecuencias que el mismo podía tener para el receptor de tal hecho.

La primera diferencia que existe entre este acto y el que ponía como ejemplo al principio es, aunque no lo parezca muy importante, ya que hemos de suponer que los intervinientes en el caso de la pistola, lo hacían de forma libre y por su “cuenta y riesgo” (nadie te obliga a inventarla y diseñarla, nadie te obliga a fabricarla y nadie te obliga a utilizarla)

¿Podemos decir lo mismo de lo sucedido con el acto antideportivo concreto del jugador de fútbol? ¿Es un acto libre y premeditado o es la consecuencia de la presión ejercida (se ejerza ésta de forma directa o indirecta, voluntaria o no) por la cadena de mandos de la empresa que te paga,  cuyas consecuencias acaban excediendo las perspectivas? ¿Justifica el fin los medios?

Este ejemplo podemos extrapolarlo a otros campos, verbigracia, ¿cuando un empleado o empleada de una entidad financiera coloca un producto de inversión de alto riesgo a un o una cliente/a cuyo perfil no responde al adecuada para este tipo de riesgo,¿ lo hace de forma personal y libre, presionado por sus superiores, por la necesidad de obtener unos incentivos, por conservar el puesto de trabajo, etc.)

Parece claro que hay más de un eslabón responsable en la cadena de decisiones o instrucciones que confluyen en un acto de consecuencias nada éticas. Y es en este terreno donde os invito a dar vuestra opinión. ¿Quien o quienes son los responsables y en qué grado de que se produzcan dichos actos faltos de ética? La ética aplicada debe surgir de abajo a arriba o de arriba a abajo? ¿En ambas direcciones? Y de ser así el flujo ha de ser de la misma intensidad? Y finalmente, ¿cómo podemos corregir e influir cómo individuos, desde nuestra ética individual, para evitar que este tipo de actos antideportivos se produzcan y evitar con ellos graves consecuencias para quienes los sufren?

viernes, 30 de diciembre de 2011

UNA NUEVA UTOPIA

La situación mundial actual en todos los órdenes: social, económico, derechos humanos, pobreza extrema, hambrunas, epidemias, descontrol demográfico, mala gestión de los recursos, etc. son reveladores del hundimiento ético al que hemos llegado y tienen que ver con la crisis de nuestro paradigma de civilización. El capital, la acumulación privada de bienes materiales, el consumismo, la competición, la exaltación del individuo y la expoliación de los recursos naturales siguen siendo, por desgracia, los referentes de un nuevo siglo que se esperaba pudiera representar un cambio gracias a la globalización.

Seguramente no exageraremos si hablamos de una humanidad barbarizada y dividida entre incluidos y excluidos, una humanidad que en demasiados casos es como una máquina de muerte montada en un caballo apocalíptico, capaz de destruir el planeta y en el “mejor de los casos” capaz de afectar profundamente a nuestro sistema de vida. Sin capacidad de persuasión, necesita utilizar la violencia para mantenerse, lo que agrava su situación. Si realmente queremos garantizar nuestra presencia en el proceso evolutivo, necesitaremos de otra “civilización” que tenga condiciones de futuro y de sostenibilidad.

Dicho claro y sin tapujos, se hace imprescindible una revolución en el sentido clásico de la palabra, es decir, establecer UNA NUEVA UTOPIA, un nuevo rumbo con otros referentes que orienten nuestros pasos, que esta vez han de ser de la humanidad en su globalidad. Aunque pretendidamente universales, todas las revoluciones anteriores fueron locales o regionales. Lo que ahora importa es que la revolución sea mundial, porque mundiales son los problemas que exigen un nuevo y fundamentado equilibrio. Y es una revolución urgente, porque el tiempo del reloj corre en contra nuestra. O la hacemos dentro del tiempo limitado (según la ONU tenemos tiempo hasta 2030 y según Johannesburgo hasta 2050), o será demasiado tarde. El sistema-Tierra-Humanidad será insostenible. Lo impensable puede resultar probable.

Este foro pretende recoger opiniones, ideas, pensamientos de cómo podemos hacer realidad las esperanzas de todo ser humano de un mundo mejor, más justo, profundamente igualitario y democrático, respetuoso con el ser humano y con nuestro ecosistema, del cual nosotr@s formamos parte indivisible. Es una invitación para quienes querçais aportar vuestro grano de arena en la búsqueda de como solucionar los graves problemas que nos acechan y que están haciendo retroceder, desde el punto de vista humanístico, a esta pretendida civilización (que de forma egocéntrica hace tiempo convinimos en llamar occidental)

Una sola premisa, una sola condición. Cualquier opinión, aportación, pensamiento, idea, etc. han de estar tratadas y enfocadas a través de la ÉTICA - que no de la moral, ojo- porque mientras que la moral es el hecho real que encontramos en todas las sociedades, un conjunto de normas que se transmiten de generación en generación, que evolucionan a lo largo del tiempo y poseen fuertes diferencias con respecto a las normas de otra sociedad y de otra época histórica, y que se utilizan para orientar la conducta de los integrantes de esa sociedad, la ÉTICA, es un hecho real individual que se da en la mentalidad de las personas; es un conjunto de normas, principios y razones que un sujeto ha realizado y establecido como una línea directriz de su propia conducta.

Mientras que el conjunto de normas morales actúan en la conducta desde el exterior o desde el inconsciente, la ÉTICA influye en la conducta de una persona, pero desde su misma conciencia y voluntad.
Y es en la creatividad racional de esa individualidad, como seres humanos, donde radica la fuerza que nos puede y nos debe ayudar a alcanzar esa NUEVA UTOPIA.